Es una filosofía milenaria practicada por los japoneses como una alternativa curativa conectando el ser humano con la naturaleza, es decir, absorber el bosque a través de los cinco sentidos nos permitiría incitar a la relajación y reducir la ira, así mismo, un tratamiento para distintas enfermedades como la ansiedad, el estrés y la depresión.
Gran parte de estos beneficios ocurren gracias a unos aceites naturales, llamados fitoncidas, que forman parte de la defensa de los árboles contra hongos, bacterias e insectos. La concentración de esta sustancia en el aire, que aumenta cuando suben las temperaturas, se percibe por el olfato, pues a su vez desprenden unos compuestos orgánicos aromáticos y volátiles, conocidos como terpenos.
Otra de las sustancias en los bosques es una bacteria inocua, la mycobacterium vaccae cuyos beneficios descubrió por error la oncóloga Mary O’Brien, del Marsden Hospital de Londres, cuando probaba una inyección de dicha bacteria para mejorar el sistema inmunológico de pacientes con cáncer de pulmón. Aunque no pudo demostrar cómo ocurría, sí logró observar un aumento en su nivel de energía y su funcionamiento cognitivo.
En el Perú, llevar esta alternativa a la realidad de las ciudades más grandes de nuestro país es una tarea muy complicada debido al poco espacio que se le ha destinado a las áreas verdes en el desarrollo urbano durante años. Solo en Lima, hay 3 m2 de área verde por habitante, a pesar de los 9m2 que recomienda la Organización Mundial de la Salud para una vida saludable. Por lo que cada espacio en nuestras ciudades de área verde es crucial para nuestro bienestar dentro de ellas.
Hoy, la salud cobra una gran importancia que nunca se le dio en nuestras vidas y políticas. Hagamos que este tema se convierta en una necesidad para nuestra vida, ciudad y planeta.
Cambiemos hoy para tener un futuro mañana. Compartimos nuestra importante contribución con la Amazonía.💪🏼🌳